Dulce Mamani, dueña del popular restaurante El Cuy Loco, contaba billetes con una sonrisa que no le llegaba a los ojos. Vendía más que nunca, pero su billetera se sentía extrañamente vacía. ¿A dónde se va todo?, suspiraba, sintiéndose tan perdida como un cuy en una tómbola.
De repente, un cuy elegantemente vestido, con gafas y un chaleco azul, se aclaró la garganta a su lado. El problema no son tus ventas, Dulce, dijo con voz sabia. Es lo que no ves. Mi nombre es Khipu, y puedo mostrarte el camino.
Khipu la guió por una calle vibrante hasta un edificio que brillaba como un espejo. En la puerta se leía: Casa 2: El Espejo de la Rentabilidad. Aquí, anunció Khipu, verás el verdadero rostro de tu negocio.
Dentro, todo estaba hecho de números flotantes y gráficos luminosos. Los Guardianes Financieros, seres hechos de luz y cifras, le dieron la bienvenida. Para entender tu ganancia, dijo uno, primero debes mirar tus Ingresos, todo el dinero que entra por tus deliciosos platos.
Khipu señaló una gran pantalla. Ahora, restamos el Costo de Ventas: el precio de los ingredientes, todo lo que usas para crear tu magia culinaria. Al hacerlo, apareció un número más pequeño. Esa es tu Utilidad Bruta, explicó.
Pero la historia no termina ahí, continuó Khipu. Debemos restar los Gastos Operativos. En la pantalla, los números del alquiler, los salarios y la luz comenzaron a restarse de la Utilidad Bruta, que se encogía con cada cifra.
Dulce observó con el corazón en un puño. ¡Mis gastos son enormes!, exclamó. Vio claramente cómo se comían la mayor parte de lo que había ganado.
Finalmente, dijo un Guardián Financiero, después de los impuestos, lo que queda es tu Resultado Neto. En la pantalla apareció una cifra final, mucho más pequeña de lo que Dulce había imaginado. No era una pérdida, pero apenas era una ganancia.
En lugar de sentirse derrotada, Dulce sintió un gran alivio. La confusión se había ido. Ahora lo entiendo, le dijo a Khipu. ¡No necesito vender más, necesito controlar mis costos y gastos!.
Al salir del Espejo de la Rentabilidad, la ciudad parecía aún más brillante. Dulce ya no estaba perdida. Con el mapa del Estado de Resultados en sus manos, estaba lista para conquistar la siguiente casa y construir un futuro donde su arduo trabajo realmente diera frutos.
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En la Ciudad de las Cuentas